domingo, 3 de enero de 2010

CON EL DEDO EN EL GATILLO

.
Gritos, carreras, imprecaciones
Sirenas cada vez más cercanas
Consignas gritadas al azar
Desde las esquinas colindantes
La tensión aumenta por instantes
Se cierran las puertas de los bares

Aparecen dos uniformes temblorosos
Uno de ellos corre tras un disfraz
Alguien se disfrazó de cura
El otro queda solo en la plaza
Tembloroso, muerto de miedo
Saca el arma y me apunta
Fija en mi su mirada
Y pone el dedo en el gatillo

Estruendo de botas y grilletes
Llegan armando alboroto
Un puñado de uniformes
Me quedo solo en la plaza
Con la encanallada figura
frente a frente
Sintiendo en mi rostro
Su aliento fétido de alquitrán
El dedo en el gatillo apuntándome
Demudado y tembloroso

Me quedo quieto, impasible
No hay en mi odio ni temor
Ni un movimiento delator
Mi mirada queda ausente
No hay enemigo, no hay agresión

Aquel hombre uniformado
Quedó al gatillo agarrotado
Sin movimiento, desorbitado
Sus compañeros asombrados
Le gritaron sin obtener reacción
Se lo llevaron arrastrando

Aún a veces me pregunto
¿Fue un acto de valentía?
¿Temeraria osadía?
¿O repentina intuición?
“Si te mueves te mato”
Aprendí una inapreciable lección
Imitar al camaleón
Ante el peligro inminente
Aquietar cuerpo y mente
Y mantener el pensamiento
Inerte, ausente

1 comentario:

  1. tus excredemenciales y sublimes prosopoemas son comparables a cargas de profundidad en toda la linea de flotación del subsconciente colectivo y por debajo del subsuelo cardíaco....

    ResponderEliminar