miércoles, 20 de enero de 2010

AQUELLA ENCINA

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Desde mis ojos de niño travieso
Inmerso en el entorno viviente
Veía la encina, muy cercana a mi casa
Con una admiración creciente
Embelesado con su exhuberancia

Gigantesca, misteriosa
Llena de agujeros profundos
Donde anidaban ¡Quién sabe!
Mirlos, petirrojos, ruiseñores
Y dormían búhos y gorriones

Era el alma de la aldea
Robusta, inmensa, grandiosa
Presidía nuestros juegos y lances
En invierno cortaba el cierzo
Frío, helado de Javalambre
En verano su sombra fresca
Nos protegía de los soles caniculares

Estaba yo hechizado por ella
Me encaramaba a sus alturas
Saltaba como un mono
De rama en rama
Visitaba y adoraba los nidos
Como si mi amante fuera, corría
A fundirme en su espesura
En invierno se cubría de nieve
Parecía una novia encantada

Allí, a su sombra, junto a las mocicas
Dormíamos las siestas
Jugábamos a médicos y enfermeras
Y ya de mozalbetes
Nos citábamos con las mozas

Un día, un aciago día…
Aquella luna de invierno
Apareció nublada y pálida
Anunciando malos presagios
La encina estremeció sus ramas
Los pájaros huyeron despavoridos
Y se cernió sobre la aldea, amenazadora
Una sombra siniestra de la mayor desgracia

Aparecieron confabulados y al alba
Leñadores curtidos, pertrechados
Con hachas y sierras
Dispuestos a abatir sin piedad
Aquel templo de la naturaleza

Sentía los hachazos, aún los siento
En todo mi ser, en mi corazón
Quebraron su cintura
Y aquella maravillosa encina
Se desplomó sin vida
Esparciendo por toda la aldea
Su abundante riqueza
Bellotas, nidos y lagartijas

Aquella visón espantosa
Perturbó los sueños de mi infancia
Y me despertaba gritando
¡Que se cae la carrasca!

Muchas veces visité el tronco
Que no lograron arrancar de la tierra
Y mis lágrimas cayeron abundantes
Recordando tanta belleza truncada

¿Por qué?

CEMENTERIO DE LOS POETAS VIVOS

Rezuman polvos de muchos años, siglos
Baldas repletas de poesías muertas
Que nunca leyó nadie
Duermen el sueño de los justos
Esperando que en la remodelación
Alguien sin una mirada curiosa
Las arroje al cubo de la basura
No vale la pena perder un instante
Solo son poesías
De poetas que nadie conoce

Si alguien por curiosidad
Se dignara desempolvar alguna
Se encontraría con muchas sorpresas
Borrones de tinta corrida
Son lágrimas de poeta
Algún desgarrón de rabia contenida
Expresada de forma poética
Perlas de desengaños amorosos
Poesías a los seres amados lejanos
O cautivos
Clamor por las atrocidades
Poemas escritos en las cárceles
Cantos a los albores y amaneceres
Y cuenten desencuentros o desamores
Siempre el amor está presente

No importa que no se aprecie al poeta
Que se abandonen legajos
Llenos de telarañas
Que hayan baúles con huevos de palomitas
Polillas, arañas y salamanquesas
Son los eternos amantes de la poesía
Que los versos no puedan leerse
No importa
La poesía existirá siempre
En las alas de las mariposas

domingo, 3 de enero de 2010

CON EL DEDO EN EL GATILLO

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Gritos, carreras, imprecaciones
Sirenas cada vez más cercanas
Consignas gritadas al azar
Desde las esquinas colindantes
La tensión aumenta por instantes
Se cierran las puertas de los bares

Aparecen dos uniformes temblorosos
Uno de ellos corre tras un disfraz
Alguien se disfrazó de cura
El otro queda solo en la plaza
Tembloroso, muerto de miedo
Saca el arma y me apunta
Fija en mi su mirada
Y pone el dedo en el gatillo

Estruendo de botas y grilletes
Llegan armando alboroto
Un puñado de uniformes
Me quedo solo en la plaza
Con la encanallada figura
frente a frente
Sintiendo en mi rostro
Su aliento fétido de alquitrán
El dedo en el gatillo apuntándome
Demudado y tembloroso

Me quedo quieto, impasible
No hay en mi odio ni temor
Ni un movimiento delator
Mi mirada queda ausente
No hay enemigo, no hay agresión

Aquel hombre uniformado
Quedó al gatillo agarrotado
Sin movimiento, desorbitado
Sus compañeros asombrados
Le gritaron sin obtener reacción
Se lo llevaron arrastrando

Aún a veces me pregunto
¿Fue un acto de valentía?
¿Temeraria osadía?
¿O repentina intuición?
“Si te mueves te mato”
Aprendí una inapreciable lección
Imitar al camaleón
Ante el peligro inminente
Aquietar cuerpo y mente
Y mantener el pensamiento
Inerte, ausente